Vaya vida de mierda: siempre me hace lo mismo. Me entrega algo, deja que juegue, y cuando me lo quiero llevar a casa, dice que es suyo y me lo quita de las manos. Ahí vuelvo a quedar parado, humillado y sin una expectativa clara de qué hacer o hacia dónde ir. Entonces vuelvo a sumergirme en la mierda que siempre está aguardando por mí.