La bendición de la renuncia
El olvido, que no era para tí, me lo adjudico,
y en cierta forma esto me bendice
porque cuando te conocí -debo admitirlo-
olvidarme de mí fue lo mejor que hice.
Y pasaste a ser lo primordial en todo,
la primer letra de mi abecedario,
el primer sentimiento que atesoro
y la cuenta inicial de mi rosario.
La luz primera al comenzar el día,
la única lágrima que no se evapora,
el resúmen de mi melancolía,
y la única frase, al fin, que me enamora.
Todo esto fue posible porque quise
que fueses la primera y yo el postrero
y en cierta forma esto me bendice
porque me quieres tú y yo te quiero.
En la reciprocidad se endulza el beso,
se acalora la fuerza del abrazo
y pienso que quizá, tal vez por eso
me siento bendecido en el ocaso.