OCASO
¡Oh, torrente de vida, ya te has ido!
Y la luz que en tinieblas alumbraba,
para ayudarme a ver por el camino,
ya apagó la chispa que me daba.
Quiero que se quede en la memoria
el amor que yo nunca escatimaba,
y el recuerdo de mi vida, aun sin gloria,
permanezca en la gente que me ama.
El ocaso me provoca gran zozobra;
de pronto me detengo y me da risa,
pues me afano por terminar mi obra
y no disfruto de la tarde y de su brisa.
Entonces, con mucha reverencia,
agradezco por el mundo y sus dones,
que comparten conmigo su existencia
y dan a mi vida los más bellos colores.
Elise Beher ©®
Junio/07/2025