Carta para los que fueron mis amigos
Queridos amigos,
si es que aún puedo llamarlos así…
No escribo desde la rabia, ni desde el rencor.
Escribo desde el rincón del olvido,
donde se sientan los que un día fueron queridos
y hoy no son siquiera recordados.
Tantos momentos compartimos.
Risas, vino, secretos, abrazos.
Tantas palabras dichas con fuerza,
como si nada pudiera rompernos.
Y sin embargo…
bastó el silencio.
No hubo despedidas.
Ni un “te llevo conmigo”.
Ni un “te extraño”.
Nada.
Me convertí en una fecha,
en una ausencia más.
Y ustedes,
ustedes siguieron caminando
sin mirar atrás.
Yo no pedía lágrimas.
Solo un pensamiento de vez en cuando.
Un brindis en mi nombre.
Una palabra al viento que dijera:
“No te hemos olvidado.”
Pero ya lo veo…
qué fácil fue para ustedes seguir.
Qué difícil es para mí
aceptar que fui tan fácil de borrar.
Aun así,
no les guardo odio.
Solo una tristeza mansa
que se acuesta conmigo cada noche,
esperando, tal vez,
que alguno de ustedes, un día,
me piense.
Nada más.
Con el mismo cariño de siempre,
aunque ustedes ya no estén para recibirlo,
yo.