Las fotografías son raíces consagradas al silencio.
Un fulgor de los recuerdos.
Una armonía de nombres en la memoria.
Una las mira, sin prisa, sabe que
están pobladas de senderos,
y nos llevan a buscarnos en el tiempo.
Cada una, es ventana abierta a las glicinas.
Nos devuelven las imágenes que se han ido,
tras los sones de un canto mágico,
que aún perdura en los sentidos.
Son poemas del instante.
Lumbre en la sangre,
asegura en cada una que, el cariño,
sigue fresco y perfumado como entonces.