Sobre etéreos vergeles, fulgurantes,
cual palio excelso de inmortal belleza,
yazgo en místico arrobo y sutileza,
libando néctares áureos, rutilantes;
de Amor las ánforas, perlas radiantes,
colman mi esencia de sublime alteza,
mientras Cronos, con bárbara fiereza,
disipa edades, sombras fluctuantes.
¡Oh vanidad del terrenal destino!
Seré pavesas en la cripta oscura,
do el ser transmuta al prístino camino;
¿Qué vale ungir con ámbar la altura
si es todo efímero y el torbellino
del tiempo extingue nuestra vestidura?