El flamboyán, rey de fuego, viste de rojo
intenso,
más sus raíces, ocultas, buscan la sombra,
el descenso.
La orquídea, reina de belleza, fragancia sutil despierta,
pero se aferra a la fuerza, a un tronco
ajeno, sin alerta.
El mar, inmenso y profundo, refleja
un cielo sereno,
pero en sus olas bravías, esconde furia,
un tormento.
Así la vida, a veces, muestra una faz
amable y pura,
mientras en sombras ocultas,
la hipocresía
madura.