Huyendo de los principios,
esquivé a mis propios pasos
y di comienzo a estos ripios
barnizados de fracasos.
Huyendo de las promesas,
de las cuales abomino,
he puesto sobre la mesa
las cartas de mi destino
y me interné en un camino
tan arduo como una gesta
sin lámpara ni Aladino.
Y a ver cómo salgo de esta.
Huyendo, así, de tal huida
en la que me veo inmerso,
no sé si hallaré salida,
porque desde el primer verso
me topo con un acceso
a otra vía desconocida.
Tengo razones de peso
para pensar enseguida
como un ratón sin comida:
¿me la están dando con queso?
Huyendo de los gerundios,
contradiciendo al instinto,
me metí en un latifundio
con pinta de laberinto
donde me voy adentrando
en un carril sin salida,
y cuanto más voy pasando
por la senda repetida,
la desazón va aumentando.
Las curvas parecen rectas
y cada recta, un diedro;
repito vuelta tras vuelta
y en cada vuelta me pierdo.
No sé si pasé por esta,
y si pasé, no me acuerdo.
Si algún experto en relatos
me deshiciera este entuerto,
aquí le dejo mis datos
(fidedignos, por supuesto):
Mi nombre empieza por Fran;
apócope de Francisco.
Los demás datos saldrán
pulsando en este asterisco *