Al descansar mi cabeza sobre tu pecho, no siento temor alguno. Si además decides estrecharme entre tus brazos, pronunciando bonitas palabras y acariciando mis cabellos, seguro estoy que olvidaría tanta mezquindad existente en éste mundo. Me suelo preguntar si en realidad es tan cruel la vida o quizás pueda deberse a no haber tenido ocasión de vivir con plenitud una hermosa primavera. En tus brazos deseo soñar y besar tus labios sensuales. Se que de este modo perderé el miedo que está anidado en mi persona desde hace ya algún tiempo.