Michaella

MI-2

Te escribo a tí que llegaste sin invitación y pareciera que de alguna manera lograste dar a mi dolor algún tipo de validación.

 

Te seré sincera y es que aunque quiero no logro quererte, no logro apreciarte y
quizá ni aceptarte.


Estoy segura de que aprendo mucho de tí, que llegaste a cambiar todo en mí y que aunque desearía con tanta fuerza no llevarte conmigo, en este momento eres una valiosa prueba de que yo existo.


Pienso que antes de tí solía ser energía, vivacidad, alegría, amor, amistad, solía
estar presente incluso en mis peores momentos de una u otra manera lograba salir a flote y aunque tristemente inaceptable debo confesar que hoy no soy aquello que solía pensar, cuestión que me hace intentar descubrir si de verdad algún día fuí todo lo que creía ser.

 

Es que no puedo asimilar la idea de que un evento, momento, efecto pudiera disipar en un segundo lo que había construido en tanto tiempo como mi propio imperio.


Es desgarrador abrazar a la que hoy soy, no dejé de ser yo en esencia, claro está
pero mi presencia ya no me puede consolar y espero que no se mal entienda, no estoy tratando de ser pesimista pero si quiero enfrentar esto de forma realista.

 

Lo que sucedió fue que un día bajo la incertidumbre de tener tanto malestar, mismo que en ese tiempo no podía nombrar ni conceptualizar, me encontraba en la sinuosa situación de no ser una persona enferma pero tampoco una persona sana.

 

La búsqueda de un diagnóstico fue una guerra en la que yo batallaba sin ningún arma para defender mi propia libertad pero sin saber contra quién pelear.

 

Me costó tanto entender que esto nunca fue una pelea, quizá fue una elección que trajo a mi vida un sinfín de dolor y gran complicación.

 

Es cierto, podría decir que me elegiste a mí aunque hablando desde un mero sentimiento ya que no hay aún científicamente conocimiento alguno que avale este hecho.

 

Algo que tengo totalmente claro es que en definitiva yo no te elegí, es más, ni te busqué, conocerte ha sido en mi corta vida una de las tareas más complejas de completar pero bueno ¡Aquí estás! ¿Qué haré?

 

Sinceramente mi alma descansó cuando supe tu nombre, el día que pude llamarme a mí misma una persona enferma de un padecimiento tan peculiar, descansé a pesar de escuchar todo lo que esto implicaba y todas las variaciones que podrían acomplejar más este proceso.

 

Pero es cierto, descansé por qué al fin sentí que aquello que había cargado por tanto tiempo, que todo el sufrimiento que me atormentaba y al que intentaba enfrentar pero sin saber por dónde atacar, que todo lo que me estaba frenando no era yo misma.

 

Eras tú, que llegaste con nombre y apellido para darle sentido, qué aunque no te aprecio si aprecio qué por lo menos me diste un objetivo, por tantos malos y buenos momentos... Miopatía Inflamatoria, te agradezco.