Soy de agua.
Abarco el alma.
Me escurro por la grieta de la memoria,
me evaporo en la chispa de tu mirada.
Intocable,
como el copo virgen de la montaña.
Recorro las eras y las estaciones.
Ya he muerto y resucitado.
Ya me congelé en el silencio del abismo,
ya fui diluvio precipitado
sobre el arca de tu paraíso.
Navego por las frecuencias
de tus emociones,
destilando el brillo de las estrellas.
Porque esta fuente profunda
es un espejo de Luna,
anclado al beso de tu apocalipsis.