Franjablanca

Cheque nominativo

El beso que te firmé

no era un papel en blanco

ni tenía validez

como cheque en ningún banco.

El beso que te di ayer

no lo compuse con letra:

mi lengua supo leer

lo que la tuya interpreta.

El beso que te robé

solo vive en la memoria

del libro que alguna vez

repasamos como historia.

El beso que te daré

lo llevo aquí, en la mochila;

cuando lo saque me iré

con la conciencia tranquila.

 

Con los versos que me quedan

voy a quitarte la ropa

y si acaso no me llegan,

apuraré bien mi copa.

Beberé hasta donde quepan

los misterios de tu boca

para que tus labios sepan

cuánto alcohol cabe en mi bota.

Con el vino que aún me resta

intentaré embriagarte,

y cuando duermas la siesta

te tomaré por la parte

que siempre se manifiesta

más dócil al desnudarte.