Eres indiferente, y aún así, me enredas,
como un suspiro envuelto entre veredas.
Nos vimos solos, lejos del ruido,
donde el amor no teme al alarido.
Tu piel y la mía, sin pedir permiso,
dibujan versos donde no hay juicio.
Te busco en silencio, con la piel ardiendo,
aunque sé que el mundo nos sigue mintiendo.
Me encantas, lo digo, aunque esté prohibido,
aunque el reloj nos marque el castigo.
Hay mil razones para alejarnos ya,
pero el deseo nunca quiere escuchar.
A escondidas, sí, te tengo,
donde nadie puede entrar,
pero en público, al pasar,
ni tus ojos yo sostengo.
Somos secretos, promesa callada,
caricia furtiva, pasión no nombrada.
No hay testigos, solo la verdad
que nace en tus ojos y en mi soledad.
Hay muros de tiempo, de voces, de tempestad,
y un mar de prejuicios entre la ciudad.
Pero en la penumbra, todo se olvida,
porque a tu lado, renace mi vida.
No podemos ser lo que el sol aprueba,
solo un instante que el alma conserva.
Y aunque en el día se imponga el adiós,
en la noche, amor, aún somos los dos.
Yasuara Melgara