Tú, tiempo. Contienda perpetua en los pliegues del rostro, incansable y cruel no cesas en el voraz empeño de borrar el pasado.
Me has arrebatado su sonrisa, su mirar.
Por tí su faz se me dibuja como tachones continuos en el lienzo de la triste vida.
Empeñado me encuentro en librarte la batalla y entrando en las tardes me pregunto si no habrás vencido ya.
Si esta pugna que te libro tiene sentido, si tendría que desistir en el ahínco tortuoso que me guía.
Compañero eterno, infatigable, testigo y culpable de mi sufrir.
No venceré en nuestra disputa no te arrebataré aquella luz, no retornaré a las risas claras, al mirar limpio de la juventud.
No ya no retornaré .
Convencido y agotado me encuentro y ya desisto en el batallar.
Tú, tiempo infatigable.