José de Jesús Camacho Medina
Algo tiene que decirnos un lirio en medio del desierto
Una flor se yergue
con la dignidad
de quien no pide permiso.
No hay jardín,
ni sombra,
ni voz que la nombre.
Solo piedras, cables,
y un cielo que quema
como injusticia antigua.
Pocos la miran,
nadie la riega,
nadie la espera.
Pero ahí está:
como un susurro etéreo
como un milagro sin remanso.
¿Será que Dios pasea por estas calles
vestido de lirio?
Porque esta flor —
mínima,
sagrada,
anónima—
no le debe su belleza al mundo.
Se hizo sola.
Algo tiene que decirnos un lirio
en medio del desierto.