Tus labios rojos carmesí activan en mí lo que otros no lograron,
sin entretejer nuestros cuerpos, sin darnos un beso, estoy exaltado.
¡Benditos labios de fuego, que me seducen y lascivan mi estado!
Y, aún sin devorarlos, mi palpitante corazón se acelera a cada rato.
En estos momentos, solo puedo imaginar cómo sería humedecer tus labios,
pero algún día recurriré a tu mejor arma, para no permanecer provocado.
Laura Meyer