Silencios, hojas en blanco,
o con versos incompletos;
más notas, otros bocetos,
unas borro, otras arranco.
Quiero escribir y me estanco,
se me fue la inspiración,
y tengo la sensación
que nunca seré poeta...
cuando llega una saeta
de la musa al corazón.
Al bolígrafo lo exprimo
y me desangro en su tinta,
con la que mi verso pinta
lo que de mi voz reprimo.
Pero no me desanimo,
aunque la tristeza es mucha;
sigo escribiendo en mi lucha
las letras de mi cuaderno,
que son como un grito interno
que con los ojos se escucha.
Mis letras son las que dicen
las cosas que adentro callo.
Algunas veces estallo
antes que se pasteuricen,
pero espero que aterricen
en cada verso que escribo,
convertido en buen motivo
para un nuevo calendario,
que voy desgastando a diario
al escribir lo que vivo.
Autor : Maikel Mendoza