Éramos humanos,
vivíamos en la ciudades inundadas
por miedos, ira y deseos…
propiedades extrañas de una sutil belleza.
La imperfección llamaba, intensa,
era fuego para el cuerpo y sus delirios ufanos,
nuestras abstracciones fueron olvidadas,
sin embargo, en la lluvia latían nuestros devaneos.
Fuimos humanos, un instante,
antes de ser luciérnagas y silenciosos,
víctimas de nuestros malos momentos,
ahora somos el fragmento de rima disonante.