En la árida calma del Atacama, donde el desierto canta en silencio, mi alma espera, paciente y hambrienta, como río que busca su comienzo.
Desde el frío viento de Magallanes, hasta el susurro dulce del Maule, la espera es un puente, un desafío, un camino que solo Dios sabe.
*Chazak, chazak, ve-nitchazek,*
fuerte, fuerte, y nos fortalecemos,
palabras antiguas que alientan, cuando la paciencia se disuelve.
La burocracia es montaña imponente, que a veces tapa el sol y la esperanza, pero como el cóndor que sobrevuela, mi espíritu no pierde su danza.
Que fluya la justicia, que se abra el camino, como el río Loa que nunca se detiene, y que el silencio se transforme en canto, en un nuevo día que al fin viene.