De dos girasoles
tomamos sus versos,
palabras guardadas
de letras y cuentos.
Relatos perdidos
de campos señeros,
con tierras labradas
por manos de abuelos.
Y allí, continuaron
los versos aquellos,
en dos girasoles
mirando a los cielos.
Nosotros sentimos
vibrar algo nuevo,
dejando en las almas
candor y deseo.
¡Qué tardes tan bellas
pasamos con ellos,
sintiendo su encanto
robando sus sueños!
Recuerdo una tarde,
mirando a lo lejos,
buscando en los campos
saciar los anhelos.
Y entonces mis labios
buscaron tus dedos,
diciendo tu nombre,
\"te quiero, añadieron.
Y tú susurraste
mi nombre en un verso,
y luego, en mis labios,
tus labios bebieron.
¡Qué tarde tan bella
feliz, que recuerdo,
al ver, girasoles
soñando despiertos!
Rafael Sánchez Ortega ©
30/05/25