Sé que me arrepentiré
de escribirte esto,
como siempre me arrepiento
de sentirte en mi respiración.
Pero no dejo de pensarte,
como un deseo que no se apaga,
como el humo que se cuela bajo la puerta
y vuelve a llenar la habitación.
No entiendo por qué
cada día se vuelve más necesario
tenerte cerca.
Ni por qué me tiembla el cuerpo
al recordar cómo me controlabas,
cómo tus manos sabían leer mi piel
mejor que yo misma.
Y aquí estoy,
debatiéndome entre buscarte
o seguir fingiendo
que mi vida es normal sin ti.