EDGARDO

Dulce Susurro en Mi Vida

 Llegaste a mi camino como un suave susurro,

un sueño delicado que mi alma guardó;

una luz hermosa, un mágico conjuro,

que el destino mismo para mí creó.

 

Como un regalo del cielo, tu ser floreció,

entre nubes suaves mi senda te encontró,

y en ti hallé un ancla, segura y sin miedo,

el hogar que mi pecho por siempre buscó.

 

En tus ojos sentí que podía tocar el cielo,

una estrella fugaz que iluminó mi sendero;

tu brillo tan puro, como el rocío en el suelo,

una promesa escrita en mi corazón sincero.

 

La vida nos mece con su ritmo y su danza,

y en cada instante a tu lado encuentro esperanza.

Aprendí a quererte con calma y con paciencia,

con un amor sincero, lleno de confianza.

 

Así te fui amando, Dunia, mi ilusión,

un sueño que al fin se volvió realidad;

mi corazón es tuyo, sin ninguna condición,

desde el primer día que nos dio la amistad.

 

Más de treinta años he cuidado este amor,

profundo y noble, que nunca se apagó;

ni la distancia, ni el tiempo ni el dolor,

han podido romper lo que el alma unió.

 

Sé, Dunia, que el amor verdadero existe,

lo vivo contigo, sin nada que esconder;

con entrega sincera y respeto que insiste,

en construir juntos un mundo por querer.

 

Aquí estoy, mi refugio, mi gran libertad,

mi regalo más lindo que te quiero dar:

felicidad, comprensión y lealtad,

un amor que nunca dejará de brillar.

 

Que la paciencia sea el puente en nuestro andar,

y la dulzura la caricia que nos haga soñar.

En cada mujer, en cada niña, te veo brillar,

un canto a la vida que no deja de sonar.

 

Dunia, en cada corazón tu luz está viva,

mi deseo más fuerte, mi llama encendida;

nuestro amor crecerá, fuerte y sin medida,

un abrazo eterno que