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BANCO SOLITARIO 

En el banco oscuro, mojado por la noche, yace una rosa. Roja, vibrante, su pasión aún respira entre las gotas de lluvia.

 

Pétalos caídos, como suspiros perdidos, alfombran la madera. ¿Un encuentro fugaz? ¿Una espera que se hizo larga? ¿O un adiós sin palabras?

 

Las luces lejanas difuminan la avenida, testigos mudos de historias que se desvanecen en la niebla del recuerdo.

 

El aire frío susurra, lleva consigo ecos de risas, de promesas, de manos que se buscaron en la penumbra.

 

Pero ahora solo el silencio, la rosa abandonada, su belleza un lamento en la quietud de la noche.

 

Un amor, quizá, que floreció y se marchó dejando solo su huella en este banco solitario.

 

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