Voy a cruzar la frontera
ignorando a cuál país;
no hay ni un guardia en la barrera
que me lo pueda impedir.
El destino es tan incierto
que hasta me tiemblan las piernas,
mi paso se vuelve lerdo
como quien anda en la cuerda.
Más allá, no sé mi sino
ni lo que éste me depare,
tal vez se apague el camino,
tal vez la senda se acabe.
Jorge Horacio Richino
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