Del sol, la estrella más brillante
llevaba tu nombre en mi memoria,
pero cayó, fugaz y distante,
como se apagan ciertas historias.
Tus ojos eran luz de mañana,
y tu risa, viento entre las flores,
pero el tiempo, sin decir nada,
se llevó tus suaves colores.
Aún miro el cielo al anochecer,
esperando que regreses callado,
como quien busca sin querer
un amor ya imaginado.