No te atrevas a mirarme
con tus ojos de mentira.
No te creo, no te veo,
no sé quién eres
ni por qué respiras.
No te atrevas a hablarme
de tu conducta impoluta.
Me engañaste, me usaste,
y te fuiste,
sin aviso, sin disculpas.
No te atrevas a desearme,
ya por ti,
nada siento.
Ve con ella.
¡Eres libre!
Yo, al menos, no te miento.
No te atrevas a besarme,
mi boca ya tiene dueño.
Y las palabras que hoy brotan
te seguirán
hasta en tus sueños.
No te atrevas a ayudarme,
de ti
ya no quiero nada.
Estás lejos,
estás triste,
con la vida
derrotada.
Y, sobre todo,
por favor...
No te atrevas a volver.
Ya no me importa tu vida,
ya no me importa
tu ser.
Eugenia Bin.