Ya muestra junio el tesoro
de una tierra cuna y lecho,
tradición.
Fruto sois espigas de oro
de reposado barbecho
y oración.
Teme la vega la fragua
que da a la tierra mortaja,
serpentea,
como una culebra de agua,
la dulce y preciada alhaja
de la aldea.
Los chopos de la ribera
soportan el áureo manto,
y las flores,
en esa penumbra austera
anuncian en triste canto
mal de amores.
Quedaron bajo sus ramas
palabras, que sin testigos,
se dijeron,
y ardiente pasión en llamas,
y besos que dos amigos
no se dieron.