Tenía el pensamiento de quererte,
y tuve la ilusión que fueras mía;
soñando con mi dulce poesía
un mundo de delirios ofrecerte.
Soñé con gran fervor en poseerte
y ser de tu existencia luz del día;
y siempre imaginé que yo sería
la sombra que podía guarecerte.
Con esa gran pasión que el alma vierte
y arrulla con sinfónica armonía;
mi amante corazón soñaba verte
brindándome de amor su melodía;
mas negra y despiadada mala suerte
mi sueño solo en sueño dejaría.
Autor: Aníbal Rodríguez