Franjablanca

Besos robados

El día que te conocí

decidí hacerme el valiente

y resolví hacerle frente

al beso que no te di.

Era una noche algo fría

y se anunciaba un eclipse;

tu amiga decidió irse

y pensé: esta es la mía.

 

Después de cerrar dos bares

nos abrazamos ayunos

del calor de nuestros cuerpos,

y buscándonos tan tercos,

nos fundimos en Neptuno,

demostrando a los impares

que a veces dos suman uno.

 

Tú te encogiste de hombros

y miraste a la pared;

yo no salía de mi asombro

y no supe bien qué hacer.

Después te apreté en mi pecho

y, sin pensar, te besé.

Tú me leíste mis derechos

y, entre ellos, un revés.

Yo te clavé mi mirada;

tú la retaste también,

me fui sin decirte nada

y sin pagar el café.

 

Como el eclipse avanzaba,

por suerte, disimulé

mi cara desencajada

y un ojo a la virulé. 😉