Los que se quedaron
No hacen nada de ruido.
No anuncian su permanencia, pero acechan.
Se acomodaron en los rincones,
como el polvo en antiguo resquicio
No sé si siguen vivas
las emociones que me traspiraban
que perfumaron mi vida
y hoy parece que me embalsaman.
La ansiedad en el tiempo ya no corre, ya no danza,
solo tiembla a ratos como lámpara mal conectada.
La nostalgia ya no llora ni se desparrama,
susurra escenas semi apagadas,
en quehacer mecánico de sobrevivencia
Al deseo… no sé qué le pasa.
Yo también me le extravíe al tiempo
me he quedado como mueble desecho
tatuado de polvo y telarañas,
o como una taza que nadie levanta.
Ya no me habito,
No tengo ni frio ni rabia,
ni pena, ni esperanza.
Solo esta calma.
Me he convertido en un sitio:
Una sala cerrada.
Un testigo sin palabras.