Mamá partió un día sin avisar,
como esas mariposas que alzan vuelo,
cuando el sol apenas despierta,
y el rocío aún abraza al suelo.
Sus risas flotan ahora en el aire,
melodías que el viento se lleva,
sus manos, cálidas como el fuego,
dejaron un eco en la leve niebla.
Desde entonces, la casa tiene un silencio distinto,
un vacío que abruma, que pesa y que duele,
las sombras danzantes en cada rincón,
susurran secretos que el tiempo sostiene.
El café ya no humea en la mesa,
las flores marchitan, ya no hay quien riegue,
en la ventana, el mundo sigue girando,
mientras mi corazón se aferra a su herencia.
Mamá, mariposa de alas doradas,
te busco en los sueños, en cada mirada,
tu amor es un faro que nunca se apaga,
te llevo conmigo, siempre, en mi alma.
Así entre recuerdos, tu esencia perdura,
cada instante vivido, cada locura,
y aunque el silencio a veces me envuelva,
en cada suspiro, tu voz aún resuena.
Mamá partió un día sin avisar,
pero en mi corazón siempre va a habitar,
como esas mariposas que danzan en el alba,
te siento en el aire, en cada jornada.