Del sacro firmamento en la espesura,
do el éter diáfano y silente mora,
do cual veste sideral que atesora
del orbe sempiterno la ventura;
en la excelsa y etérea arquitectura,
y do el numen, cual Fénix que se dora,
transmuta ya lo efímero en aurora,
trascendiendo la humana compostura.
Del tiempo inmemorial, cuya cadencia
destila pensamientos cual rocío
en cáliz de misterios insondable;
y en la augusta, inefable transparencia,
do lo eterno despliega su albedrío,
asciende el alma al cielo inescrutable.