EN EL PATIO DE CEMENTO
El patio interior, el de cemento, mostraba
nada más entrar una enredadera en la pared de enfrente
y una vid en otro muro emparrada,
conocido reducto para abandonar la actividad ordinaria,
febril, incesante, sentados sobre el banco.
Tras un recorrido sinuoso por los pasillos
y el resto de las dependencias de la casona, se repetían
los fragmentos de música sutil en los oídos,
aprendidos en otros lugares de memoria
pero solo aquí, en el interior del patio,
escuchados, recordados por clientes variopintos,
ya lejos de todo exceso y de cualquier desvarío.
Gaspar Jover Polo