Ella me miró. Me intriga.
Cuestiono a Cupido: “Dile algo bonito por mí, al oído.”
Ella sonrió, como quien escucha un cumplido.
Me acerqué con discreción.
No quería que supiera
que busco un amor tan mío.
Debía ser coherente.
A la esquina estaba la muerte.
No creo en el amor a primera vista,
le dije,
es un gusto conocerte.
Si no crees, vuelvo a pasar,
me regaló una bonita sonrisa.
Yo, por fuera, haciéndome el fuerte;
yo, que no creo en la suerte.
Con el paso de los meses,
en sus ojos vi el camino
para volverme a enamorar.