Esa mirada larga, oscura de soledad,
esa mirada aísla.
La mirada de un mundo en pesadilla,
la de mi soledad.
Ausente el aire, que faltaba,
era el final inevitable,
sentir angustia y muerte
de todo lo que se amó.
El dolor, el amor
de nacer, de morir.
Y te encontré
en la turbación de mi tristeza,
tus brazos los que me asieron
me levantaron.
Y me sentí querido
en este caos mío,
y feliz entre los arboles
que guardan este sueño de abril.