“Hay en mí algo descontrolado, pienso demasiado en el sexo.
Cuando veo una mujer me la imagino siempre en la cama conmigo”
Charles Bukowski
El rey del realismo sucio.
Tu cuerpo: un santuario que el fuego esquiva,
cripta de dioses, palacio sin ruina.
Nombrarte quebranta la lengua viva
y mi alma se arrastra, vibra, se inclina.
Tus muslos: columnas de un templo oculto,
trono de Perséfone, umbral del acto.
Me llevan al centro febril, adulto,
donde el goce rompe la ley, el pacto.
No sé consagrarte sin rito o fuego,
sin cruzar las grutas del sueño oscuro.
Eres mi delirio, mi carne, mi ego,
Afrodita errante de sal y muro.
Tus pechos: dos lunas con savia y canto,
altares de Lilith, volcán sin calma.
Allí se deshace mi verbo santo,
y en sombra tu historia penetra el alma.
Tu gemido es viento, clamor antiguo,
oráculo ardiente que nunca miente.
y cada nota parte mi eje ambiguo,
y al tocar el suelo lo torna ardiente.
Hay dioses que tiemblan si estás desnuda,
y cielos descienden si gimes lento.
Mi lengua dibuja tu forma muda,
y el infierno late con cada acento.
Tu cama: sepulcro de lo no dicho,
mi cruz invertida, mi altar herido.
No busco ternura, ni paz, ni nicho,
sólo el estertor de tu ser vencido.
Caer en tu llama: designio eterno.
Morir como Ícaro, al sol de ese muro.
Vivirte en la sombra, sin fe ni infierno,
y beber tu abismo como conjuro.
JUSTO ALÚ © Derechos reservados 2025.