Me encontré a mí mismo despedazando tus palabrerías.
Entiendo tus motivos, mas no tu ira.
Destruirme para poder sentirte viva...
Vaya bajo mundo el que tejías.
Tarde esa noche, con mi mirada perdida,
busqué compañías que no requería,
tomando el elixir oscuro de mi ira.
Eyaculé así sentimientos que reprimía.
Viste la psicopatía en vida,
hastiado de tu vil compañía.
¿Cómo ocultas tu esperpento
cuando tus piernas roídas
hablan de traiciones cometidas?
Me sorprendió que llames \"hogar\"
a la casa donde vivías.
Y así vi las traiciones inhóspitas,
como el jaque descubierto en tu mirada encubierta,
mostrándome el destino de mi voluntad muerta.
Perdiendo el respeto hacia tu lealtad puerca,
vi más valor en ratas muertas
que en tus ojos cargados de traición y desvergüenza.
Sigiloso ante mentes quasi perfectas,
me traicionó un pez con su memoria descompuesta.
Mostrándote el rojo fuego de mi furia,
recibí el plateado filo de tu lujuria.
Encerrado en mi mundo imaginario,
pensando en mis errores pasados.
Aunque no tengo una copa en la mano,
mis lágrimas son perfectas para este corazón ahogado,
eliminando recuerdos de mi vientre infestado
por gusanos que aún no evolucionaron.
Nada se perdona; solo se olvida en el tiempo.
Maté suficientes mariposas
para criar serpientes de mi ego.
Ese fue el último vestigio
de un ser que solo quiso ser querido.