Rosa Maria Reeder

El Gato Astronauta

En una azotea de un barrio lejano,
vivía un gatito curioso y urbano.
Se llamaba Tizón, con pelaje brillante,
y soñaba volar como un ave elegante.

 

Mientras los otros dormían al sol,
él leía libros de Marte y de Orión.
Con casco de pecera y botas de lana,
soñaba con naves y polvo de estrella temprana.

 

—“¡Seré astronauta! ¡Ya está decidido!
Viajaré por el cielo, sin rumbo, sin nido.
Con mi caja-cohete forrada de cinta,
cruzaré galaxias con cola distinta.”

 

Construyó su nave con tapas y alfombra,
un botón de mando y alas de sombra.
Pintó en el costado: “Tizón uno, en vuelo”,
y apuntó hacia arriba, directo hasta el cielo.

 

Una noche azul de luna inflada,
encendió su nave de forma encantada.
Contó hasta tres con voz de león,
¡y despegó como un chispazo al rincón!

Pasó por la nube que siempre dormía,
y la saludó con maullido y poesía.
Jugó con estrellas, bailó en un anillo,
y dio una voltereta por todo el brillo.

 

En Saturno encontró un ratón de gas,
que tocaba el piano con ritmo y compás.
Tizón le aplaudió con sus patitas,
y cantaron juntos canciones bonitas.

Luego en la Luna, se echó a descansar,
sobre un cráter suave, listo pa’ soñar.
Soñó que era rey de los planetas perdidos,
con corona de hielo y tronos floridos.

 

Cuando volvió, al rayar la mañana,
la Tierra giraba tranquila y temprana.
Los otros gatos no creían el cuento,
pero olía a galaxia y a viento del viento.

 

Desde ese día, si ves una estrella,
cruzar con bigotes y luz en su huella,
no lo dudes, no es ilusión ni relato:
¡Es Tizón, el viajero, el gato del astro!

 

Rosa Maria Reeder

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