La misión del presente funcionario
es cumplir los valores de la empresa
sin caer en visible torpeza
ni firmar lo que parezca ordinario.
Debe ser un agente necesario
sin que afecte su propio calendario
y negar con un gesto solidario
toda culpa en proceso involuntario.
Si se falla, se pide comprensión
si se miente, se adorna la premisa
si hay despido, se ofrece orientación.
No hace falta la ética precisa
pues hay código, logo y comisión
y un café con sonrisa nos suaviza.
Se decidió por votación cerrada, crear una subcomisión futura, que estudie si es preciso la postura, de evaluar una agenda demorada.
La mesa se pronuncia moderada, sin prisa ni premura en su estructura, y alarga la reunión con la apertura, de un acta que no informa casi nada.
Con gráficos, esquemas y cautela, se habló sin compromisos ni certezas, la duda fue la única novela; firmaron los de siempre con rarezas, y el plan quedó flotando en la cartela: se archiva sin cumplir con las promesas.