Nunca escribo sobre belleza física.
Pero es innegable:
tiene una belleza serena,
genuina,
que se nota incluso en una foto sencilla.
Pero más allá de eso,
siempre transmite
esa fuerza tranquila
de quien se banca el día
y aún así regala una expresión suave.
Esa mirada que no se entrena,
ni se planea.
De esas que, incluso después del día,
todavía iluminan.
Y es que el cansancio, conociéndola,
no se atrevería a tocar la puerta.