Una breve recitada es mi necesidad, domingo por la
mañana, día de visita.
Pasos van rumbo a la puerta, una puerta que nadie
toca, se debería quitar.
Palabras, o más bien demandas van por el aire, todas
diferentes, pero con un solo destino.
La escucha manda ser de individuo a entidad, de
raudal a genio en lámpara, lo impuesto, lo \"normal\".
Se volvió cotidiano esperar la intimidad, salen y entran,
entran y salen... En serio, que alguien quite la puerta.
\"Señor, gracias. Te pido paz y tranquilidad... y un Delorean.\".
Qué profunda esta declaración, tan profunda que ya
ni llega al sagrario, sino solo a la memoria.