En la brisa que cruza mi ventana,
te pienso, flor de un sueño sin final,
y el alma, en tu recuerdo, se desgrana
como un laúd que canta su cristal.
Eres eco y raíz, mi fiel guarida,
la barca que navega mi ilusión,
y aunque a veces te siento tan perdida,
renace en cada verso mi pasión.
Te regalo mi tiempo y mi ternura,
una flor, un suspiro, una canción,
y en la marea dulce de tu altura
se mece, enamorado, el corazón.
Si el amor es un puerto en la tormenta,
eres tú mi refugio y mi razón;
aunque el mundo se aparte y no lo sienta,
te amo sin medida ni condición.
Pensarte es abrazar la primavera,
es vivir en un sueño sin temor,
y aunque el tiempo nos lleve donde quiera,
no muere en mí tu pensamiento de amor.
En tus ojos descubro la alborada
que disipa la sombra del dolor,
y en tu risa mi vida es renovada,
brotando entre las piedras, como flor.
Tus palabras, susurros de esperanza,
me envuelven como un manto celestial,
y en la noche, tu ausencia no me alcanza,
pues vive en mí tu luz primordial.
Si la vida es un río, tú eres puerto,
mi anhelo, mi remanso y mi verdad;
y aunque a veces me sienta tan desierto,
tu amor es mi refugio y mi piedad.
Eres llama y rocío, eres mi estrella,
la melodía dulce en mi interior,
y en cada pensamiento, vida bella,
te nombro en cada verso, en cada flor.
Así, en la eternidad de mi deseo,
te abrazo, te celebro y te bendigo,
porque amar es mi arte y mi recreo,
y en tu amor, para siempre, yo me abrigo.