EL NIÑO QUE FUI
Dentro de mí habita un niño que no se fue,
que corre descalzo por campos del recuerdo,
con las manos sucias de tierra y asombro,
persiguiendo canicas como quien atrapa sueños.
Gira el trompo y gira el mundo,
y entre taps de Pokémon y tardes sin hora,
se esconde la risa que aún no he perdido,
ese fulgor que no envejece ni se borra.
A veces regresa con la pelota de trapo,
dibujando goles en patios de tierra,
saltando charcos, esquivando el tiempo,
inmune al reloj, libre como la brisa.
Sigo llevándolo en el pecho, sin cadenas ni nostalgia,
es mi brújula en los días grises,
mi refugio cuando todo se apaga,
ese niño que fui… y que aún me escribe.
© Corazón Bardo