Beatriz Teresa Bustos

NAUFRAGIO AZUL

Me ahogo en este «Naufragio Azul»
al intentar ignorar,
en qué momento la razón
equilibra en su máximo grado el alma.
Duele. Nunca se sabe
quién maniobra el intelecto,
quién detiene el ímpetu,
quién amordaza al inmaterial verbo.
Es cuando el azadón sin hastío
mete su negra lengua zanjando sin piedad
el sosiego que nos circunda,
que nos damos cuenta de ser sólo
una brizna de tiempo. Nada más.
Y aquí estamos,
actores nunca reconocidos
con la certeza de lo infinito,
en una especie de obra distorsionada
y bajo un telón de párpados
ocultamos la trastienda cotidiana.
En este ensayo no se da pie ni letra.
El tiempo marca y borra,
la ansiedad de encontrarse
cada uno en sí mismo y ser el centro de la obra.
En este guión, a veces, inmerecidos personajes
nos escriben el final en sorprendente avalancha,
...(Y nadie aplaude )...
Y aquí estamos aún.
En un eterno escenario,
cuya escenografía
es una ardorosa soledad.