Sir. Black Lyon

¡Qué muera el mártir narcisista!

¡Oh, Señor!

Lleno de escapularios o biblias está el crápula moralista escrupuloso y narcisista;
Como el fariseo que ante Dios se justifica.
Bailan con la soberbia y quieren que sus limosnas resuenen por todos lados;
¡Oh, Señor, yo soy bueno! ¡Oh, Señor, yo no he pecado!
Más el Espíritu Santo les restriega en el rostro todas sus fallas;
el Guarda reafirma lo execrado, pero el fatuo arma sus entelequias teológicas.
Dice el necio: ¡Esto está permitido! ¡Esto no está permitido! ¡Esto viene en la Biblia! ¡Esto no viene en la Biblia!
La bondad se ejerce en el silencio, mas la justicia debe ser con criterio;
quien de su suplicio hace un teatro, abominable es;
idólatra, y no un santo; es lo que fue.

No sean, pues, este tipo de narcisistas:
que por sentir que conocen más a Dios,
se perciben salvos.
Se sienten llenos de gracias divinas,
e influenciados por el Espíritu;
mas no sabemos cuál espíritu. 

El buen cristiano debe buscar la sabiduría,
y el principio de la sabiduría es el temor a Dios.
El buen cristiano debe sufrir humildemente,
y no creer que, por mero sufrimiento, va a salvar su alma.

Procurar la humildad es primordial:
¡Qué tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha!
No te vanaglories y ama a tu prójimo como a ti mismo.