Nubes negras lloran en la senda profana,
dolor de migrantes que buscan un mañana.
Atrás queda el hogar, vivencias que se ahogan
en mi pecho, y se anidan hambres que mendigan.
El temor consume mis fuerzas en la marcha,
dejo frías huellas en la frágil escarcha.
Cruzo desiertos bajo un sol que me condena,
buscando un horizonte que alivie mi pena.
Lucho por sobrevivir a un futuro incierto,
bajo el lastre de un pasado cruel que detesto.
Lágrimas y sangre brotan de mis heridas,
y oigo voces marchitas de vidas perdidas.
Las caravanas marchan con almas sufridas;
duelen los recuerdos de otras vidas caídas.
Mas el hosco silencio siempre reverbera
los muchos odios que nacen en la frontera.
Al Ser compasivo le quiero suplicar,
que su bondad me abrace y me pueda salvar.
Quiero llorar y no puedo, y quiero rezar,
deseo su ayuda y mi libertad gritar.
Al cielo pregunto, ¿qué será de mi suerte,
en esta noche oscura que siento la muerte?.
Al cielo pregunto: ¿qué será de mi vida,
en esta tierra extraña, con mi esencia herida?.
¡Oh!, Patria nueva, eres el fin de mi camino,
el derecho a vivir que clama mi destino.
Y sueño que me liberas de este cruel hoyo,
que la vida vuelve a fluir como en un arroyo.