¡Qué gran ternura,
escondes en tu alma,
mi mariposa\"
No tengas miedo
y enseña a todo el mundo
lo que bien guardas.
Eres sensible
y lloras y sonríes
mirando al cielo.
Sea de día,
en el cielo, o en las noches,
de luna llena.
Eres, amor,
un cáliz que rebosa
néctar y miel.
Son tus pupilas
dos rosas, muy hermosas,
que nos ofreces.
Y los suspiros
que escapan de tus alas
nos estremecen.
Y hasta tus labios,
que tiemblan mientras hablas,
dejan candor.
Por eso tienes
el alma de poeta
muy bien guardada.
Rafael Sánchez Ortega ©
24/05/25