Ariel Wigodski 🇨🇱

Oda a la Tierra Chilena

Desde el ardiente abrazo del desierto de Atacama, donde el sol acaricia la sal y el silencio, se alza Chile, cinta larga de sueños, un suspiro de tierra entre cordillera y océano.  

En el norte, San Pedro susurra al viento, con sus valles lunares y cielos estrellados, el salar de Uyuni refleja el infinito, mientras el Lauca guarda secretos alados.  

Baja el camino, Valparaíso se pinta de colores, cerros que cantan entre bruma y poesía, sus escaleras serpentean historias, puerto de versos, de sal y alegría.  

Santiago, corazón pulsante, abraza,  
bajo el manto nevado de los Andes eternos, el Mapocho murmura entre puentes y plazas, tejiendo memorias de días modernos.  

Más al sur, la Araucanía despierta,  
con sus bosques antiguos, sus lagos serenos, el Villarrica ruge, guardián de la tierra, en su latir se funden los ecos del trueno.  

Chiloé, isla de mitos y madera, donde la niebla danza con los chilotes, sus palafitos flotan en mares de quimera,  
y el curanto une las almas devotas.  

Y al fin, la Patagonia, reina indómita,  
con sus glaciares que lloran turquesa,  
Torres del Paine, centinelas de piedra,  
guardan el viento que al alma traviesa.  

Oh, Chile, de extremos y contrastes,  
del desierto al hielo, del cielo al abismo, en tu geografía late un corazón constante, mi esperanza se ancla en tu suelo divino.