Hoy he sentido nostalgia
de tu café y de tus gallos, mi viejo,
de las veces, que eras mi frente en las partidas de domino
de tu bocado cuando era niño.
De tus oraciones calladas y tu mirada color amor.
Mi viejo, hoy he necesitado de tu abrazo
y de tus silencios, ese pasar desapercibido de palabras
y esos hechos sencillos que marcan toda una vida.
Donde estará tu viejo cachimbo
y ese colador que tantas
veces agarro tu mano.
Cuantas ausencias, cuantas penas revolotean el alma,
cuanta fe hace falta, para cada noche sentarse solo en el patio
a elevar una oración al cielo mediante el silencio y cuyo incienso
sea el humo de un cachimbo.
En estos desgarros del espíritu, jirones de la vida, donde los colores
se tiñen de ausencia y la tristeza se aposenta callada en los rincones
del alma, es cuando más siento nostalgia de tus oraciones
y tu presencia, mi viejo