Lúa Betancourt

Ingravidez

Algunas veces se presenta eterna: 
dura más que un relámpago, un latido 
un parpadeo, un suspiro. 

Otras veces es efímera 
como el denso vuelo de un águila dibujada en el cielo, 
y la lenta agonía  
de un Dios-hombre escarnecido. 

A veces es corola en marzo de nomeolvides, 
luego crepitación de alfombra 
bordada con hojas del olvido. 

Es la última luz encendida 
al fondo de un tétrico pasillo 
y es arcoíris inasible. 

Es tela gris en un rincón siniestro, 
muralla helada del silencio 
y la gastada cuerda de un equilibrista ciego. 

Pero me aferro, 
igual que el can a la tumba de su amado, 
y el solitario que 
finge despedirse  
por la ventana del tranvía. 

Me aferro 
a encontrar el fin del corredor sin que la penumbra me devore 
a mancharme las manos  
con arcos de iris…  

y echaré raíces en sus brazos 
          y sembraré universos 
                  en sus ojos…